He terminado de leer La canción de la Libertad de Ani Choying Drolma. En lo personal, ha sido una lectura agradable, instructiva, emotiva... revitalizante y reveladora, especialmente. Si bien, el libro trata de la historia de esta Ani-la, parte de su historia también ha sido la mía; así como algunas de sus motivaciones.
Solía pensar que resolver el dolor y el resentimiento que siento ante aquellos que durante mucho tiempo me lastimaron, era una tarea que me sobrepasaría por varios años. Cada intento, resultaba fallido a los pocos meses. Fallaba algo que no veía con claridad, y explotaba. Así que cargaba invisiblemente con esas sensaciones. Con ellas me iba a la cama, ellas me asaltaban durante las meditaciones una y otra vez... lo cual aumentaba la frustración y el resentimiento. Era, o debería decir soy, presa de mis emociones y mis recuerdos, como un bucle alimentado constantemente.
Así que a medida que he estado leyendo, he encontrado "píldoras" para las emociones destructivas con las que cargo. Y si, intentaba 'curarme' de ello, creando causas para que se repitieran esas situaciones que no quería volver a repetir. ¡Vaya manera de crear buenas semillas en la vida!
La primera ventana que se abrió en el cuarto oscuro de mis emociones, fue dejar el resentimiento asentado en el dolor cambiando la percepción que tenía sobre los demás. Es un reto personal que tengo en desarrollar la compasión. De igual manera, aunque he tenido claro que no quiero tener con los demás las actitudes por las que pasé, debo esforzarme en mantenerme sobre las buenas cualidades. "Da, si no deseas tomar nada de ellos"... pero hay que dar las buenas cosas que se tienen.
La segunda es reconocer que he sido injusta al ser parcial en mi visión sobre los demás. A veces, por diferentes motivos, tendemos a acentuar lo que nos disgusta de alguien y 'olvidamos' que también se han hecho cosas buenas. Así como solemos hacer lo contrario, sólo que esto no lo vemos claramente como 'injusto'. Así que bueno, esto ha sido como cambiar la bombilla gastada de la habitación... algo se ve con mayor claridad, pero aún debo esforzarme porque sea algo permanente.
La tercera ventana abierta, tiene que ver con la primera verdad noble proclamada por el Buddha. No llevo mucho tiempo en este camino, pero llegué a él porque confío en su propuesta, acepto esa invitación implícita a salir de este ciclo por tí mismo mediante el reconocimiento progresivo de la realiad de la existencia. El reconocimiento de una existencia insatisfactoria, no deriva caer en desesperación, tristeza, ni nada que se parezca, por ello las cuatro verdades nobles deben leerse en conjunto. El sufrimiento no es fuego que debe avivarse, sino todo lo contrario; y, al igual que la felicidad, está en todas partes. Es imposible evitar que ocurra una desgracia o una contrariedad. Pero en cambio, podemos escoger la manera de asumirlo.
A veces, cuando sueño, me doy cuenta de que estoy soñando y naturalmente no me tomo en serio mi sueño. Con el sufrimiento hay que hacer lo mismo. Uno cree sufrir, pero también puede encontrar razones para ser dichoso. Basta con tomar conciencia. Hay que ser equitativo con la vida: no ver solamente lo que nos ha quitado, sino todo lo que nos da.