sábado, 27 de agosto de 2011

Sobre el manejo de las emociones aflictivas

Durante esta semana y la anterior, asistí a una serie de charlas de la venerable Bhikshuni Tenzin Chokyi sobre el manejo de las emociones aflictivas.

En primer lugar, quiero decir que fue de gran alegría saber que había vuelto. La conocí hace dos años, y había mantenido en mi mente el recuerdo de una monja encantadora, con una sonrisa contagiable y gran sentido del humor. Volverla a ver, era una gran alegría, me llenaba de emoción tal oportunidad.

El tema en cuestión, llega en un momento de necesidad. A todos en algún momento de nuestra vida, se nos presenta una situación que parece que nos supera en el campo emocional, y que nos derrumba casi que literalmente. Asimismo, esto se conecta con la entrada anterior en este blog.

En general, las emociones son tenidas como reacciones internas a eventos externos. Pero solemos olvidar que ellas afectan directamente la manera en que percibimos los fenómenos, la realidad. De igual manera, nos debatimos entre una suerte de control sobre las mismas que oscila entre la negación o supresión y su explotación completa. Y según parece, ninguna de las dos es el camino seguro a la estabilidad emocional (al menos, desde la perspectiva budista).

El Buddha estableció diferencias entre las emociones; las emociones negativas, que son problemáticas (codicia, temor, ira...), que se convierten en impedimentos para una vida satisfactoria, nos alejan del progreso; y las emociones positivas, aquellas que nos inspiran hacia lo bueno, como la compasión. Dentro del budismo tibetano, se identifican 51 kilesas, de los cuales 26 negativos.

Antes de entrar a proveer "soluciones" o "guías de manejo", se debe entender la realidad de las emociones y el lugar que ocupan en nuestra vida diaria, pero aún más importante hay que divisar de donde provienen. En la medida en que atendemos a esto último, creamos espacio para tener en cuenta la dinámica de las emociones en las demás personas con las que interactuamos por cuanto cuando tratamos con personas, también lo hacemos con sus emociones/sentimientos. Este es el primer 'paso' desde la perspectiva budista, 'ser consciente de' la emoción que ha surgido. A partir de allí, el trabajo debe ser inductivo hacia atrás, es decir, explorar en nosotros en dirección la causa primaria.

Ajahn Brahmavamso decía en una charla, "Creamos fuego en nosotros, pero rara vez sabemos controlarlo", y luego añadía "Si en verdad queremos, podemos entrenarnos a nosotros mismos; no se trata de un ejercicio de la voluntad, sino de un camino de sabiduría, se trata de ver de dónde provienen las emociones, de observar la causa donde se forjan y detenerlas temprano. Antes de que el fuego este consumiendo el bosque completo".

Una vez se ha llegado a este punto, el paso siguiente es la transformación interior. Ya sea de que se trata de un ejercicio de recordamiento que fortalezca nuestro entrenamiento o de la eliminación de la causa primaria, es importante no dar paso a las reacciones forjadas en la desesperación, la exaltación o la agitación, porque lo único que resulta de ello es un ego que actúa como perro rabioso... y nada aporta a superar la situación y al trascender de esas emociones a nivel personal, sin contar que podemos lastimar a otros en ese ejercicio.

Asimismo, tenemos la impresión de que, en ocasiones, las emociones surgen repentinamente y escapan a nuestro control, pero esto no es algo que suceda de manera tan estricta. Sencillamente, hemos dirigido nuestra atención fuera de nosotros mismos, por lo que cuando la emoción surge encuentra vía libre para salir a flote como venga. Una vez hemos perdido de vista el surgimiento de la emoción, se nos escapa la manera de lidiar con ella hábilmente. Así que su fuerza nos consume como un gran fuego.

Pero hay algo que estamos dejando de lado acá... que quizá se constituya como una de las preguntas más importantes que deberíamos hacernos permanentemente, ¿por qué creamos dolor para nosotros mismos? Emociones como la ira, el miedo o el odio, no pueden calificarse como placenteras... entonces ¿qué es lo que estamos haciendo y creando cuando las albergamos en la mente? La Venerable Tenzin decía algo muy importante a este respecto: "La manera en que definimos la felicidad suele afectar la manera en que percibimos y nos sentimos…  inclusive nuestra adicción hacia cierto tipo de emociones".

Esto me recuerda la conversación con un amigo, quien comentaba que algunas personas justifican la sensación de dolor/sufrimiento casi permanentemente como criterio para la felicidad, es decir, su felicidad adquiere valor en función del dolor/sufrimiento experimentado previamente. Eso, casi los convierte en personas adictas al dolor, al grado de destruirse en términos emocionales y perderse en ello sin control alguno. Entonces, en ese punto, ya no se ve posible la más reducida de las emociones placenteras. Confieso que al comienzo me parecía extraña (casi algo de no creer) que pudiera darse, pero con el pasar de los días, fui dándome cuenta de que no se requiere estar fuera de los cabales para tal cosa. Incluso, yo misma había llegado a justificar las alegrías en función de sufrimientos anteriores... y me pareció perturbador el panorama.

Si bien las emociones negativas se relacionan con la primera noble verdad, nuestra actitud hacia ellas debe asentarse sobre la cuarta noble verdad, en especial con el segundo factor (recta intención o resolución). Cada vez que pensamos negativamente, damos paso a una emoción negativa. De ahí que andemos de un lado para otro con este tipo de emociones, como quien carga una bolsa con piedras a donde quiera que vaya. La propuesta que se hace acá es soltar, dejar ir, o como se prefiera llamarle al hecho de detener la agregación de negatividad a cada momento que experimentamos. No se trata de acabar con las emociones en general, sino de disolver con las condiciones internas que sirven de caldo de cultivo para las aflicciones emocionales, y que por mucho obstruyen nuestro camino hacia la liberación final.

Termino con una frase de la Venerable Tenzin Chokyi: "La meditación no debe convertirse en un ‘descanso’ de la rutina diaria, sino en el momento en el que toman/determinan las herramientas para transformar el resto del día".

martes, 7 de junio de 2011

Una lectura reveladora...

He terminado de leer La canción de la Libertad de Ani Choying Drolma. En lo personal, ha sido una lectura agradable, instructiva, emotiva... revitalizante y reveladora, especialmente. Si bien, el libro trata de la historia de esta Ani-la, parte de su historia también ha sido la mía; así como algunas de sus motivaciones. 

Solía pensar que resolver el dolor y el resentimiento que siento ante aquellos que durante mucho tiempo me lastimaron, era una tarea que me sobrepasaría por varios años. Cada intento, resultaba fallido a los pocos meses. Fallaba algo que no veía con claridad, y explotaba. Así que cargaba invisiblemente con esas sensaciones. Con ellas me iba a la cama, ellas me asaltaban durante las meditaciones una y otra vez... lo cual aumentaba la frustración y el resentimiento. Era, o debería decir soy, presa de mis emociones y mis recuerdos, como un bucle alimentado constantemente. 

Así que a medida que he estado leyendo, he encontrado "píldoras" para las emociones destructivas con las que cargo. Y si, intentaba 'curarme' de ello, creando causas para que se repitieran esas situaciones que no quería volver a repetir. ¡Vaya manera de crear buenas semillas en la vida! 

La primera ventana que se abrió en el cuarto oscuro de mis emociones, fue dejar el resentimiento asentado en el dolor cambiando la percepción que tenía sobre los demás. Es un reto personal que tengo en desarrollar la compasión. De igual manera, aunque he tenido claro que no quiero tener con los demás las actitudes por las que pasé, debo esforzarme en mantenerme sobre las buenas cualidades. "Da, si no deseas tomar nada de ellos"... pero hay que dar las buenas cosas que se tienen. 

La segunda es reconocer que he sido injusta al ser parcial en mi visión sobre los demás. A veces, por diferentes motivos, tendemos a acentuar lo que nos disgusta de alguien y 'olvidamos' que también se han hecho cosas buenas. Así como solemos hacer lo contrario, sólo que esto no lo vemos claramente como 'injusto'. Así que bueno, esto ha sido como cambiar la bombilla gastada de la habitación... algo se ve con mayor claridad, pero aún debo esforzarme porque sea algo permanente. 

La tercera ventana abierta, tiene que ver con la primera verdad noble proclamada por el Buddha. No llevo mucho tiempo en este camino, pero llegué a él porque confío en su propuesta, acepto esa invitación implícita a salir de este ciclo por tí mismo mediante el reconocimiento progresivo de la realiad de la existencia. El reconocimiento de una existencia insatisfactoria, no deriva caer en desesperación, tristeza, ni nada que se parezca, por ello las cuatro verdades nobles deben leerse en conjunto. El sufrimiento no es fuego que debe avivarse, sino todo lo contrario; y, al igual que la felicidad, está en todas partes. Es imposible evitar que ocurra una desgracia o una contrariedad. Pero en cambio, podemos escoger la manera de asumirlo.
A veces, cuando sueño, me doy cuenta de que estoy soñando y naturalmente no me tomo en serio mi sueño. Con el sufrimiento hay que hacer lo mismo. Uno cree sufrir, pero también puede encontrar razones para ser dichoso. Basta con tomar conciencia. Hay que ser equitativo con la vida: no ver solamente lo que nos ha quitado, sino todo lo que nos da.